Guión / Dirección: Pablo Stoll Ward | Producción: Pablo Stoll / Florencia Larrea (Chile) | Largometraje de ficción | 90 minutos | Color | RED CODE 5K / DCP | Coproducción Uruguay / Chile. | Con el apoyo del Fondo de Fomento para el desarrollo de producción ICAU 2012.
STORYLINE
Este verano Santi va a conocer a la chica de sus sueños. Luli es hermosa, inteligente y ladrona: le roba todo lo que tiene a él y a sus primos chilenos. Para colmo, las amigas de ella matan a sus primos. Los chilenos se convierten en zombis y empieza una persecución: Santi tiene que encontrar al amor de su vida en medio de una plaga zombi que se esparce por el mundo, pero que como siempre a Uruguay llega un poco tarde.
NOTAS DEL DIRECTOR
El título de la película refiere directamente a esos temas musicales hiper comerciales y súper pegadizos que suenan en la playas durante los veranos. Son temas a los que de alguna manera no se puede escapar aunque se quiera. En El Tema del Verano además de una canción, también habrá algo de lo que no se puede escapar: el fin del mundo tal y cómo lo conocemos.
Más allá de que es un género muy transitado la película tiene algunas características que creo que la hacen interesante.
La primera: es que comienza como una comedia de amor veraniega, luego se transforma en un thriller y finalmente en a una película de zombies. O sea, la película va mutando como de alguna manera van mutando los personajes, desde la despreocupación total, pasando por un asunto policial (un robo, una estafa) hasta que se dan cuenta que nada de eso importa, porque el mundo está lleno de muertos vivos.
La segunda es que los zombis de esta película se van convirtiendo de a poco y van siendo conscientes de su destino. De lo que ya no son, de los que serán en el futuro, de cómo todo va cambiar con sus muerte pero que seguirán caminando por la Tierra.
De esa relación entre vivos y no muertos salen los mejores momentos de la historia, momentos trágicos pero graciosos, porque el “Tema” también es una comedia.
Además de ser divertidas, las películas de zombis tiene un factor político: el mundo se termina y si hablamos del fin del mundo estamos hablando de política.
George A. Romero ha hecho las mejores películas sobre eso.
El Tema del Verano no escapa a eso, pero a diferencia de otras películas o series, el acento no está puesto en la comunidad humana remanente y cómo vive en su nueva realidad, (con sus tensiones y su síntesis de todos los problemas sociales que ya conocemos) sino en la relación de los humanos y los zombis mientras estos se están transformando.
Al final, tal vez no sea tan distinto estar vivo que estar muerto.
Es el sentido político más amplio El Tema del Verano intenta ser una película en la cual los latinoamericanos podamos vernos en ese cine: zombis en las playas remotas de la costa atlántica de Uruguay. El apocalipsis nos agarra en verano justo cuando las playas están llenas de turistas. El Tema del Verano muestra qué pasa con un muchacho chileno de vacaciones con sus primos y unas estafadoras argentinas durante esos días.
Además está el chiste: al sur, todo, hasta los zombis, llegan con retraso.
Ahora: ¿Porqué hacer esta película?
Cuando se trata de cine de género no podemos olvidar que es el cine con el que nos criamos, el que vimos en la tele de niños, en las sesiones de matinés y en VHS cuándo éramos adolescentes.
La idea de hacer una película de zombis se remonta a la primera película que vi en VHS: El día de los zombis de Lucio Fulci, una producción italiana hablada en inglés llena de sangre y tripas que no me dejó dormir por varios días.
Desde ese momento, los muertos vivientes, lentos, rotos, sedientos de carne humana, fueron mis monstruos preferidos.
Creo, además, que las películas de género en América Latina son un problema.
Esta afirmación se sustenta en lo siguiente: cada vez que se encara el cine de género creo que se lo encara desde lugares erróneos; ya sea sólo para generar un pequeño efecto en un mercado local o para tratar de vender al gran mercado internacional.
Estos dos modos olvidan lo que no se puede olvidar cuándo se hace una película, cualquiera película: la pasión por contar una historia, la diversión de jugar al juego más lindo del mundo, el de plasmar los sueños (o las pesadillas) en una pantalla para compartirlos con los demás.
Hay otra cosa que me lleva, personalmente, a querer hacer esta película.
Durante los últimos 10 años estuve haciendo películas que se inscriben genéricamente en lo que podemos llamar “cine de autor”.
En este tiempo vi, con pavor que hay una especie de división entre los directores: los que son autores y los que son comerciales, cómo si unos no pudieran dirigir y otros no pudieran sentir.
Sinceramente creo que esas definiciones no dicen nada.
El cine es uno sólo, o en todo caso, son dos: el bueno y el malo, nada más.
Yo disfruto el cine como espectador y como director y no soy un director de cine de autor, soy un director de cine y punto. Disfrutar a Bergman no me impide disfrutar a Roger Corman y creo que es desde los cineastas que tenemos que parar esa división tonta que sólo es funcional al mercado.
La idea, a la manera de la producciones europeas de los 70, es poder implementar una coproducción Sur-Sur, sin necesidad de optar por dinero proveniente de fuera de la región y apostar a una distribución efectiva en los países participantes.